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miércoles, 8 de mayo de 2013

119 Años del Nacimiento de Miguel Matamoros y 88 años de la Creación de su Trio .



Miguel Matamoros nació hace 119 años un  8 de mayo, en Los Hoyos, barrio ubicado en Santiago de Cuba, provincia de la región oriental de Cuba   y el  15 de abril de 1971, este músico increíble dejó de escribir y rasgar su guitarra, pero no murió, porque su extensa  obra queda registrada para disfrute de todos. Nació. De familia muy humilde desempeñó diferentes trabajos propios de los varones pobres de la época, pero sus inquietudes artísticas lo encaminaron a participar en  serenatas santiagueras, penetrando al mundo de la trova.

A la edad de 15 años su compañero en el aserrío Miguel Navarro le enseñó a tocar la guitarra en el tono la mayor y así este músico natural,  comenzó a amenizar fiestas familiares y populares alcanzando el favor del público por lo que en 1912 hizo su presentación pública en el teatro Heredia de Santiago de Cuba, y a partir de este momento se consagró a su guitarra y a la música en general. Aprendió de los grandes maestros José Pepe Sánchez , Sindo Garay, Alberto Villalón.

 El primer instrumento musical que señaló a Matamoros como intérprete en las actividades en que participaba, fue la armónica  o filarmónica como muchos la conocen y luego la corneta china, tan conocida en los carnavales de Oriente, que tocó a petición de Rita Montaner en una de sus actuaciones años más tarde en el Cabaret Montmatre, cuando estaba dedicado por completo a la vida artística.

Formó un dúo con Trino Martinelli como primera experiencia artística y en  1924 viaja a La Habana con el Trío Oriental, el cual integró junto a Rafael Cueto y Miguel Bisbé, luego se incorporó  Siro Rodríguez como segunda voz, génesis de lo que después sería el famoso Trío Matamoros. En 1927 el Trío Matamoros bajo la dirección de su creador obtuvo gran éxito en  New York, y tuvieron la oportunidad de grabar discos para la casa discográfica RCA Víctor. Recorrieron además toda América y muchos países de Europa.

Miguel fue un autodidacta como guitarrista y compositor,  tenía gran seguridad en el punteo, buen gusto y un singular sentido del ritmo y el fraseo como guitarrista y voz prima. Compuso numerosas obras de diferentes géneros:  boleros como:  “Juramento”, “Dulce boca”, “Olvido”, “Escúchame” y “Tu carta y la mía”.  Entre los sones más populares está: “Lágrimas negras”, “Mamá son de la loma”, “El que siembra su maíz”.  Su talento natural le permitió incursionar en casi todos los géneros y ritmos de la música, compuso además Afro-son, Blue-son, Capricho, Conga, Criolla, Danzón, Danzonete, Guaracha, Habanera, Pasodoble, Punto, Rumba, Samba, Son, Vals-canción y Tango.

Miguel Matamoros poseía grandes cualidades como cantante, podía dar un la agudo con facilidad; como guitarrista primo, hacía las introducciones, tanto como interludios, con gracia y de un rico sabor cubano; además destaca su personalísimo, sugestivo y colorístico rayado, que completaba Cueto con un original tumbao que hacía en los bajos de su guitarra, y el ritmo de las maracas de Siro. Sus melodías son sencillas. Esta manera de componer hizo más relevante su personalidad musical, acentuando los elementos propios de su estilo.

Matamoros fue un compositor de ideas frescas, ritmo elocuente y buen gusto profundamente cubanos, logró que su  música fuera una de las más genuinamente populares, síntesis de cubanía.  A lo largo de su vida artística disfrutó de popularidad y fama. Muchos de sus temas se consideran verdaderos clásicos que han sido versionados por numerosas estrellas de la música cubana e internacional

       

                                                       ¡Y llegaron Los Matamoros!



El 8 de mayo de 1925 Miguel Matamoros cumplía 31 años de edad. Se reunirían sus amigos para celebrar tan señalada fecha. Rafael Cueto llevó a un amigo que trabajaba como herrero en la herrería de Melesio Riso. Se trataba de Siro Rodríguez. Como en todas las fiestas de trovadores, pronto se desenfundaron las guitarras y comenzó el canto. Miguel le pidió a Cueto que lo acompañara en uno de sus boleros. Empezó a cantar:

Si el amor hace sentir hondos dolores
Y condena a vivir entre miserias
Yo te diera, mi bien, por tus amores
Hasta la sangre que hierve en mis arterias

Como Siro Rodríguez conocía ese bolero, unió su voz a la de Miguel. Asombrado, Miguel le pidió que siguiera cantando con él. A Juramento, le siguieron Veneración y Santiaguera. Siro se lo sabía y le hizo una impecable voz segunda a Miguel. Así fue desde aquel día que Miguel Matamoros, Rafael Cueto y Siro Rodríguez se unieron para fundar el fabuloso Trío Matamoros. Pero no salían de Santiago de Cuba. Los tres cantaban en fiestas particulares y en los teatros Cuba y Aguilera.

Un día visitó a Miguel en su domicilio de Carretera del Morro, Juan Castro de la Casa Humara y Lastra, representante en La Habana de la Discográfica Víctor, el cual organizaba una audición con varios grupos musicales de Santiago para escoger los que grabarían un disco. Juan Castro escuchó al trío en casa de Miguel. Al terminar les dijo que le parecía muy bien, pero que había que esperar a Mr. Terry, que era quien diría la última palabra. Al siguiente día el trío se presentó en el Teatro Aguilera, y allí estaba el esperado John Terry, representante en Cuba y en el área del Caribe de la firma discográfica Víctor. Los tres trovadores se asomaron curiosos a verlo. Recordó Miguel en una entrevista que le hice que “estaba parado en el pasillo lateral de la izquierda, vestido de negro. Era alto, delgado, medio rubio y con una gran entrada en la frente.”

Cuando terminó la función estaba en la acera conversando con Juan Castro. Matamoros se le acercó y Mr. Terry le preguntó si querían ir a La Habana. “¡Y más lejos también!”, le contestó Miguel entusiasmado. Al otro día fueron a la tienda La Dichosa, que estaba en Enramadas y San Bartolomé, a recoger los pasajes y el dinero. En La Habana les harían los pasaportes y les darían los boletos para embarcar a Nueva York. Cuando llegaron al puerto, los esperaba un mexicano que los llevó en tren para Camden, New Jersey. Ya en el estudio de grabaciones el productor le preguntó a Miguel cómo se llamaba el trío y el intérprete dijo: “¿Trío Matamoros?...”, y Siro contestó rápidamente: “Sí, Trío Matamoros, con Siro, Cueto y Miguel”. Y así fueron presentados durante treinta y cinco años.

En noviembre de 1928 llegó a Santiago el primer disco de 78 RPM, un disco de pasta negra que por una cara tenía Olvido y por la otra El que siembra su maíz. Lo vendieron en La Dichosa y se agotó enseguida.

Al otro día, Miguel se encontraba preparando el automóvil de Bartolomé Rodríguez —para quien trabajaba como chofer particular—, cuando escuchó en los altos de la casa al trío cantando. Lo llamó Bartolomé y le preguntó: “Miguel, ¿Usted tiene algún familiar llamado igual que usted que toca la guitarra y canta en un trío?...”. Miguel se sonrió picarescamente y le respondió: “¿Usted recuerda cuando yo le pedí un mes de licencia para ver en La Habana a un familiar enfermo? Pues no fue así, fuimos a Estados Unidos a grabar”. Bartolomé se asombró y le dijo: “Espéreme un momento”. Se apareció casi al instante con un sobre cerrado y le dijo: “Hoy no saldré. Tiene el día libre y cuando salga abra este sobre”. Ya en la calle, Miguel abrió el sobre y dentro había un billete de cien pesos y una nota que decía: “Un artista como usted no debe seguir trabajando de chofer de alquiler, dedíquese por entero al arte.”

A partir de entonces ya no tenían que ir a cantar a fiestas particulares ni pedir contratos. A los pocos días los llamaron para actuar en La Habana en los teatros Campoamor y Actualidades. Siempre con las salas llenas.
 Fuentes : Radio Coco y Periódico Cubarte

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