Translate

martes, 16 de octubre de 2012

Amelia Peláez. La Cerámica

Bowl con motivos de mujeres de perfil, 1951,
y Depósito cubierto con motivos de fragmentos humanos,
peces y geométricos, 1951

El Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana posee una importante colección de obras de Amelia Peláez (Yaguajay, 1896-La Habana, 1968), artista cubana cuya labor ha alcanzado singular trascendencia nacional e internacional.

El hecho es significativo por la alta valoración que la pintora hizo de una actividad que no es siempre comprendida ni apreciada en sus calidades a un plano de general aprobación. Desde 1950 hasta 1962, la creadora dedicó tiempo y esfuerzos a esta disciplina que, a escala ambiental, tiene ejemplo sumo en el mural Abstracción, 1953, de losas de terracota esmaltadas, concebido a solicitud del arquitecto Aquiles Capablanca para el antiguo edificio del Tribunal de Cuentas (hoy Ministerio del Interior) en la Plaza de la Revolución (antigua Plaza Cívica José Martí). La obra se sitúa en medio de un período de gran productividad en este campo, cuando en 1950 inició su colaboración con el médico Juan Miguel Rodríguez de la Cruz, fundador del archiconocido Taller de Santiago de las Vegas, fábrica de cerámica en el que, gracias al interés de su propietario, fundador y director técnico, los mejores artistas del momento decoraron vasijas y placas. Luego, Amelia fundó, en 1955, su taller privado en la calle Juan Bruno Zayas, reparto La Víbora, muy cercano a la casa familiar de la calle Estrada Palma.

No se trataba de un trabajo de ceramista integralmente concebido, pues la artista buscó asesoría de técnicos capaces de suministrar la base indispensable para un desempeño calificado. Ella decoró, fundamentalmente a partir de la técnica conocida como bajo cubierta, todo un repertorio de platos, botellas, vasos y placas devenidos auténticas obras de arte merced al alto valor de su plástico; pero, eso sí, siempre dentro de lo que podría calificarse como decoración de superficie.

Decorar cerámica fue una actividad que corrió paralela a la creación pictórica de la autora, nutriéndose de su repertorio, estilo y conceptos, al tiempo que ejercía particular influencia en trabajos bidimensionales (rasgos apreciables fundamentalmente en sus temperas y gouaches, digamos, piezas con el papel o el cartón como soporte). Tal ínter influencia marca una nutrida labor que fue, desde la obra de gran envergadura (agreguemos al mural del edificio para el Tribunal de Cuentas, Frutas cubanas, concebido para el Hotel Habana Milton –hoy Habana Libre– en realidad ejecutado en teselas de pasta vítrea por un taller de Murano, Italia,) hasta las pequeñas jarritas, platicos y mieleras dedicadas a la venta comercial; ha pasado por un catálogo de formas relativamente amplio que, por supuesto, aparece representado en la colección que atesora el Museo de la Cerámica Artística Contemporánea Cubana, fundado en l990, según proyecto que ocupó el Castillo de La Real Fuerza de La Habana bajo la égida del Consejo de las Artes Plásticas del Ministerio de Cultura. Quince años más tarde, con el paso de la institución a la Dirección de Patrimonio Cultural, Oficina del Historiador de la Ciudad, el Museo, fue trasladado a su nueva sede, la Casa Aguilera en Mercaderes esquina a Amargura, La Habana Vieja.

Por entender la importancia de Amelia Peláez para el desarrollo de esta disciplina, el Museo, originalmente, dedicó una sala a su obra. En la integración de tal muestra colaboraron instituciones del país como el Museo de Artes Decorativas, el Fondo Cubano de Bienes Culturales y Carmen Peláez, hermana de la artista, quienes cedieron en condición de traspaso o préstamo indefinido, significativas piezas que ofrecen el más completo panorama existente de esta especialidad y autora; adquisiciones de coleccionistas privados completaron el importante patrimonio. Del significativo fondo constituido, se exhibieron con carácter permanente, treinta y dos obras de distinta envergadura a lo largo de diez y siete años (primero en el Castillo de La Real Fuerza de La Habana, luego en la Casa Aguilera). Debido a un nuevo guión museológico y museográfico de la institución, se ajusta este número de obras directamente a la apreciación pública, para buscar un equilibrio con los demás autores, pero continúa abierta el total del fondo a la apreciación y estudio en el soporte digital, como manera de continuar divulgando un trabajo de tanto valor. Paralelamente, se han organizado exposiciones monográficas de la artista, para dar a conocer específicamente piezas que no han estado en exhibición, especialmente las de pequeño formato y sentido más directamente utilitario.

Por Alejandro G. Alonso

No hay comentarios:

Publicar un comentario